Protagonistas de leyendas originarias, los volcanes del Complejo Zevallos parecen estar destinados a inspirar a los aventureros de ayer y hoy. Un glaciar y fauna y flora autóctona, completan los atractivos de la zona noroeste de Santa Cruz.
En la ruta 41, en el noroeste de Santa Cruz, el Complejo Volcánico Zeballos se destaca sobre el horizonte del borde sur de la meseta del lago Buenos Aires. Las vistas desde las partes altas parecen no tener límite. Los cielos patagónicos y las distintas condiciones de la atmósfera aportan también su magia haciendo que cada visita sea especial. Seguramente se podría ver el Pacífico si las altas cumbres del campo de hielo no lo ocultaran. Solo los cóndores disponen de panoramas tan privilegiados.
Queda claro que su imponente belleza inspiró e inspira a quienes se animen a recorrerlo.
Dicen los que saben que es antes un macizo que un cerro. Su observación en mapas o en terreno transmiten su extraordinaria estructura, conformada por una serie de cumbres de
alrededor de 2700 metros sobre el nivel del mar. Si bien hacia el sur pierde altura muy gradualmente, mantiene un aspecto amesetado que supera los 2300 m. Su origen e historia geológica está vinculada a variados tipos y episodios de vulcanismo ocurridos durante al menos diez millones de años. Por esta razón, algunos geólogos han propuesto describirlo como Complejo Volcánico Zeballos (CVZ).
“Yo creo que el principal atractivo es paisajístico. Más allá de las explicaciones geológicas lo que asombra al visitante es un relieve que parece de otro planeta: picos, formaciones y colores llamativos, panoramas variados, amplios horizontes” dice Guido Vittone, Guía de Montaña, especializado en geología, glaciología, botánica, e historia de la región.
Según sus apuntes, el Zeballos es básicamente roca y hielo en las partes más altas. Pero el vulcanismo y la erosión se han manifestado de diversas formas generando un panorama impactante en su escala y variedad. “Nadie queda indiferente ante ese paisaje, todos los visitantes coinciden que es un lugar muy especial”, remarca Vittone. El lugar permite también ver la flora y la fauna representativa del noroeste santacruceño. Plantas alto-andinas y animales endémicos como el escurridizo chinchillón anaranjado.
Para el guía, la región “podría destacarse como geoparque. Ya ocupa un lugar importante como ruta escénica”, y que gracias a la audioguía producida por Turismo de la Provincia, “todos pueden disfrutar aún sin bajarse del auto. Cada visitante los disfruta a su manera, no es un lugar solo para montañistas o solo para interesados en vegetación u observadores de aves”.
Por un lado, acercarse al Complejo es relativamente fácil gracias a las mejoras en la Ruta 41. Pero internarse hacia el centro del área “requiere una pequeña expedición, el terreno y sus pendientes son demandantes, y el clima a esa altura es riguroso todo el año. En lo personal la posibilidad de ir desentrañando un lugar inexplorado es fascinante. Hace más de 20 años empecé a caminar la zona y a pesar de lo mucho recorrido creo que no abarqué ni el 25 por ciento de ese otro mundo allá arriba”.
El gran glaciar homónimo, que se extiende hacia la meseta es el único extra-andino. Gracias a las nevadas que recibe todo el año, regala agua hacia los cuatro puntos cardinales, alimentando las cuencas de los ríos Los Antiguos y Correntoso, una zona atravesada por lagos, arroyos, cerros, bosques y estepa.
La zona brinda paisajes extraordinarios, que permiten “estar cerca de la nieve aún en verano, por el hecho de encontrarse entre altas cumbres”, y donde también se pueden realizar caminatas y cabalgatas. La presencia de las imponentes cumbres del Zeballos rodeadas de glaciares modernos brindan un marco excepcional para la práctica de senderismo con interpretación del rico paisaje geológico.
Algunos creen que el Zeballos – bautizado así en honor al entonces presidente de la Sociedad Geográfica Argentina, don Estanislao- , es en realidad el ‘Ashpesh’, el lugar que -según la leyenda originaria- “dio origen a los Aonikenk u hombres del sur”.
Los antiguos habitantes rindieron culto a su majestuosidad. El Complejo Volcánico Zeballos, generoso en paisajes y biodiversidad, hace que los visitantes de hoy sientan lo mismo.